¿Qué es una Rotura Fibrilar?
El músculo está formado por un gran número de fibras musculares dispuestas longitudinalmente a lo largo de todo su recorrido. Estas se contraen o se relajan conjuntamente o por separado, por lo que pueden sufrir más unas que otras. Estas fibras, aunque fuertes, resistentes y muy elásticas, pueden romperse y cuando eso ocurre, estamos frente a una “rotura fibrilar” o rotura de fibras.
El grado de rotura dependerá de la cantidad de fibras rotas, y aunque frecuentemente son pocas, puede llegar a romperse un gran número de estas dando una “Rotura Muscular” más grave que la anterior, hasta el punto de que se rompan todas. En los casos más graves, la única solución será la cirugía.
¿Por qué se producen?
Normalmente por un esfuerzo intenso o muy brusco (arrancada, frenazo, salto o cambio de ritmo o de dirección por ejemplo) más allá de la capacidad del músculo, aunque situaciones como las anteriormente descritas pueden favorecer notablemente su aparición. Un músculo contracturado, débil y con un metabolismo disminuido va a ser más propenso a “romperse” que uno sano, hidratado y elástico. Claro que un traumatismo directo sobre el músculo también puede romperlo.
Cuando se produce esta lesión, sentimos un golpe y un “chasquido”, como si nos hubieran tirado una piedra, y es frecuente que el individuo mire hacia atrás buscando el origen de manera refleja.
Sentiremos rápidamente un fuerte dolor y una importante impotencia funcional que hará que detengamos inmediatamente toda actividad deportiva. El músculo se hincha, se inflama, se contractura y aparecerá un hematoma en las primeras 24 horas a no ser que la rotura sea muy pequeña o muy profunda.
¿Cómo puedo evitar una rotura fibrilar?
Los mismos consejos generales que hemos dado para evitar calambres musculares pueden servirnos aquí también. Existen además, deportes muy explosivos como fútbol o baloncesto, que van a ser muy exigentes con nuestro sistema musculoesquelético y que no deberíamos practicar intensamente sin preparación, pero que por su carácter social (unos amigos, un balón y una playa…) son frecuentemente causa de roturas en personas sedentarias y no tan sedentarias.
¿Y si ya me he roto?
Lo primero es parar cualquier actividad física e intentar no demandar la estructura hasta que nos valoren el grado de lesión. En caso de que no sea quirúrgica, deberemos guardar un reposo relativo que dependerá de cada caso y acudir al kinesiólogo que además de acelerar la curación en una primera fase (masaje decontracturante perilesional centrípeto hacia la cicatriz, compresión antiedema, frio local) nos ayudará a evitar adherencias y retracciones propias de toda cicatrización para finalmente reelastificar la estructura y que esta no vuelva a darnos problemas (con un poco de suerte…) pues en caso contrario, será el principio de un largo ir i venir de molestias, contracturas y nuevas roturas provocadas por esas retracciones y adherencias que impidan el correcto funcionamiento del músculo.